Una revolucion casera

tiene sueños, se aburre, siente el tedio, el hastío, la apatía, melancolia, angustia vital, sopor.... cualquier cambio se convierte en rutina y costumbre...

"En vano busqué, en el mar sin fondo de los placeres, así como en los abismos del conocimiento, un lugar en el que echar el ancla. Sentí la fuerza apenas resistible con la que un placer tiende la mano al otro; experimenté esa suerte de incierta exaltación que el placer puede provocar; al igual que viví el tedio, el profundo desgarro que lo sigue. Saboreé los frutos del conocimiento y, con no poca frecuencia, disfruté igualmente del gozo de probar su dulzura. Pero no solía durar este placer más que el instante mismo del conocimiento, ni solía dejar en mí una huella profunda. Se diría que, más que beber de las fuentes de la sabiduría hubiese caído en ellas." Kierkegaard 1835.

jueves, 23 de junio de 2011

Albert te adoroo! VIVA LA CRISIS!

No pretendamos que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y paises, porque la crisis trae progresos.

La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche. Es la crisis donde nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a si mismo sin quedar "superado". Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias, violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones.

La verdadera crisis es la crisis de la invompetencia.

El problema de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones. Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia.

Hablar de Crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo.

En vez de esto, trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora: la tragedia de no querer luchar por superarla.

Albert Einstein

1 comentario:

  1. El que no posee el don de maravillarse ni de entusiasmarse más le valdría estar muerto, porque sus ojos están cerrados (A. Enstein)

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